sábado, septiembre 22, 2007

Rascacielos = Rascaegos




Sobre estas líneas, el futuro edificio más
alto del mundo: el Centro Financiero
de Shangay, China.


En la arquitectura se suele decir que no hay nada nuevo que inventar; que todo lo que se proyecta hoy es una versión "refrescada" o "actualizada" del algo hecho ya en el pasado. Veo en los rascacielos de hoy el mejor ejemplo de ello. El árbol genealógico de estas tipologías arquitectónicas puede llegar hasta las pirámides de Egipto, o hasta la mítica Torre de Babel. A través de los siglos, lo que ha impulsado a los humanos a contruir más alto sólo ha sido algo: el ego, esa voz satisfactoria que oyen los impulsadores de construcciones, al terminar su obra, y que les permite sonreir y decirse a sí mismos: "yo llegué más allá".

En el caso particular del rascacielos, su significado ha cambiado bastante. Empezaron como una necesidad, ante la especulación de lotes en las ciudades más industrializadas de Estados Unidos. La tecnología de la época se dirigió a hacerlos más fáciles de construir y más cómodos de habitar. No demoraron en retomar el papel de "emblema de egos corporativos", como lo hicieran sus antecesoras, las catedrales góticas. Pero hoy ya no es necesaria semejante aglomeración de gente, gracias a la facilidad que brindan las comunicaciones. Por eso, las nuevas corporaciones, como Microsoft o Google usan más el concepto del "campus" universitario (una tipología también tomada de la vida religiosa del pasado occidental: el monasterio). El rascacielos es ahora una cuestión de autoestima colectiva. De esa forma explicamos que actualmente se den más en los paises en vías de desarrollo. Paises con una necesidad psicológica de decirle a todos "ya llegué má allá".

Un ejemplo de ello consta al inicio del este alrtículo. La futura torre más alta del mundo: el Centro Financiero de Shangai. Aún no ha sido terminada, y ya ha salido en las noticias, como consecuencia del incendio que se diera en sus últimos pisos, hace una par de semanas. Todo indica que el logro del Centro Financiero de Shangai será breve, efímero; pues la famosa y fea "Torre de la Libertad" del nuevo WTC en Nueva York sólo le dará un par de años para vanagloriarse como el edificio más alto del planeta. ¡Una pena! Después de todo, sí cuenta con una forma ágil y graciosa. Pero ello no evitará que sea el edificio "chrysler" del siglo XXI.


Otro ejemplo de mencionarse, y quizás más patético, sea la intervención de Rem Koolhaas en el Distrito Federal de México. La torre del Bicentenario. Mientras Lord Norman Foster interviene en Buenos Aires con un condominio sencillo y totalmente adecuado a su derredor, Koolhaas proyecta la torre más grande de la ciudad. Un objeto totalmente ajeno al entorno urbano circundante (los jardines de Chapultepec). Lo único que vincula a este armatoste con México es el anhelo de ser visto como un país que se ha superado a sí mismo. Definitivamente, deben haber mejores máneras de demostrar tal superación. Formas más originas y propias que un rascacielos. ¿O es que acaso pensar en una torre enorme construida sobre lo que antes fuera un lago lodoso será unerror?


En definitiva, los rascacielos se construyen ahora para levantar la autoestima colectiva. Pocas son las ocasiones en que vemos una verdadera necesidad en su proyección actual. EL ego personal de los magnates no desaparece del escenario arquitectónico, o sino pregunten por el ambicioso proyecto que pretende construir una torre de una milla de alto, en la arábiga ciudad de Jeddah, muy semejante a la que diseñara el "tío Frank" Lloyd Wright.










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