sábado, noviembre 11, 2006

FUMAR

No es una una confesión. Los que me conocen lo saben:

Amo fumar.

Por muchas razones, amo fumar. Muchas razones no son las comunes del fumador típico. Como por ejemplo, el sabor. Me encanta el sabor del tabaco, tanto del cigarrillo como del habano. Combinarlo con café, coca-cola o alcohol es una maravilla al paladar. Otra fascinación consecuente con el acto de fumar es el humo, la más metafísica de las esculturas. La esculturas que dibuja el humo del fumador -o de la fumadora- son quizás la tercera gracias más valiosa que pueda hacer la boca, luego del beso, la oratoria y el canto.

En la actualidad, fumar es algo digno de ser perseguido, según la sociedad. Se atociga al fumador, casi tanto como al viajero aéreo (potencial terrorista según creen algunas autoridades). Me opongo a esa persecución. La tolerancia debe ser en ambos sentidos; el que fuma debe respetar las áreas exclusivas de los no fumadores y viceversa. Mas ahora, apenas se le permite fumar a uno en su propia casa.

En lo personal, pienso que fumar no me ha matado tanto. Tengo más riesgos de morir como consecuencia de lo que la comida chatarra le ha hecho a mi hígado que por cáncer al pulmón. ¿Por qué las hamburguesas de Mac Donald's o los pollos de KFC no vienen envueltos en un papel que diga "ADVERTENCIA: COMER ESTE TIPO DE COMIDAS SOBRESATURADAS AFECTA LA SALUD DE SU HÍGADO"? Debería ser así.

Aléjense del único gusto que me ha matado menos. Dejen en paz a mi "Diva Nicotina", a mis "lucky strke", a mis "Guayacos", a mis "Cohibas", a mis "Montecristo" a mis "Figurados" y a mis "flor del Guayas".

Soy la prueba vivente que fumar no mata tanto como dicen los médicos cuando llegan al poder. Vivir mata más que fumar. El alimento, que -irónicamente- debería ser el que te mantenga vivo, mata más fumar.

No molesten más. Fumen un habano y les invitaré un trago; uno de esos que no puedo disfrutar tanto, a consecuencia de la maldita comida chatarra que comí por más de seis años.

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