martes, abril 15, 2008

El "Diva Nicotina", en la portada de "La Revista".

Con el permiso de Ustedes, reproduzco a continuación y de manera textual, el reportaje que "La Revista", el suplemento dominical de el diario "El Universo" publicara sobre el café habano "Diva Nicotina" y su propietario, Eduardo Jurado.

Nótese a Nelson Coral y Juan Fernando Andrade, miembros de la banda "Los Pescados",  en el fondo de la foto.

 

¡Disfruten!

 

Eduardo Jurado, adicto a la Diva Nicotina

Texto: Katherine Villavicencio

Fotos: Carlos Bruch

eduardo jurado

Dejó su trabajo como visitador médico y vendedor de llantas y se dedicó al comercio de los habanos. De esa pasión por el tabaco y su historia nació el bar que hoy busca convertirse en la cuna de nuevos músicos de rock alternativo y jazz.

Algunos creen que la nicotina, el tabaco y la música son una verdadera adicción. Eduardo Jurado y Liliana Rendón (ella no pudo salir en la foto por motivos de salud) están convencidos de ello. Y mezclando un poco del ambiente de un café habano, un club de jazz y un concierto de nuevos músicos dieron vida a Café Habano Diva Nicotina.

Es un bar, pero a la vez un semillero de la nueva onda musical guayaquileña. Ahí, en esa casa antigua (de 1913), que conserva la arquitectura añeja del cerro Santa Ana y mezcla balcones interiores con mesas de madera, está prohibido cantar covers.

Cada grupo que presenta su espectáculo en vivo debe tener una propuesta propia. Ese viernes se presentan los Ultrapescados. En realidad son dos grupos: Ultratumba y Los Pescados, y ofrecen un concierto que, desde las 20:30, ya empieza a mover al público al bar. “Son chicos que se han mantenido con su propuesta musical, que han luchado por lo suyo y deben tener apoyo del público”, dice Eduardo Jurado, quien llega con camiseta y jeans, algo atareado porque quedan pocas horas para el concierto y faltan algunos instrumentos.

Se sienta en la mesa al pie del escenario, enciende un cigarrillo (no un cigarro, porque esos son para disfrutarlos cuando se está relajado) y se echa a contar ese romance suyo con los habanos, con la música... con la Diva Nicotina. “Siempre vi la necesidad de crear un lugar donde se estimule o no se limite el consumo de cigarros, que era uno de los problemas de muchos fumadores... Además, un café habano iba a ser algo novedoso porque íbamos a difundir un producto ecuatoriano y la gente podía disfrutar de un café, algo de licor y escuchar buena y nueva música”.

Eduardo, que empezó trabajando en la ferretería de la familia, luego fue visitador médico y gerente de ventas de una filial de llantas, comercializó cigarros desde 1996 bajo la firma Puros Habanos. Primero en una tienda en Urdesa, luego en el malecón Simón Bolívar y finalmente en Las Peñas, en un local junto a donde hoy funciona el bar, en el escalón 10 del cerro Santa Ana.

Ahora, con materia prima ecuatoriana, el hondureño Atiliano Castellanos los tuerce de forma exclusiva para el bar, donde es posible encontrar un habano de diferentes texturas y sabores. Esa pasión de Eduardo por el tabaco marcó el nombre del bar. “Es un plagio de nombre, sanamente dicho”, aclara. Lo tomó de una obra de arte denominada Persiguiendo a la Diva Nicotina, que reflejaba los problemas políticos, sociales y económicos que existían por el comercio del tabaco en la Europa de los años 1700.

Y también del libro La Diva Nicotina, historia del tabaco, del escritor Iain Gately, quien hace referencia al cuadro en su publicación. “Ese nombre que a la vez parecía muy fuerte, me pareció también muy interesante para colocarlo a este lugar”.

Hoy el nombre es sinónimo de novedad, buena música y noches de tertulia, en las que –sin previo aviso– alguien se sienta en tu mesa para conversar sobre la banda de ese día o un lector del tarot te ofrece adivinar tu futuro antes de que el concierto empiece.

Eduardo, “un pequeño rebelde musical”, de 38 años, dice que la propuesta siempre nació ligada al tabaco, pero con la idea de apoyar la música local. Su esposa, Liliana Rendón, una colombiana radicada hace 25 años en Ecuador, es la mano derecha y administradora del bar. Dice que desde sus inicios quisieron impulsar las bandas guayaquileñas y la nueva tendencia musical (rock alternativo, jazz, blues), que poco o nada se escuchaba en los bares y lugares públicos.

“La gente está muy acostumbrada a lo que ya sonó, lo que ya fue éxito, lo clásico. La idea del bar es venir y escuchar algo que no lo escuchas en otro lado, la nueva tendencia”, dice ella, quien junto con Eduardo atiende el bar de lunes a sábado.

La idea de dar espacio a la nueva era de músicos con temas inéditos también nació de una experiencia propia. Cuando Eduardo tenía 30 años,  asistió a un concierto en un bar de la ciudad y encontró a sus amigos de juventud tocando. Tuvo sentimientos encontrados: volver a verlos después de tanto tiempo  y que tocaran lo mismo desde que eran compañeros de aula. “Qué decepción sentí ver que no hemos crecido en nada musicalmente, no hemos aportado en nada.  Y aunque la música que tocan nos llena de felicidad, esa no es la meta en la vida”.

Los covers tienen su aporte, dice él, pero lo importante es propiciar el desarrollo de las bandas. Al principio, cuando la capacidad del bar era de 40 personas, lo hacían poniendo demos con temas inéditos de grupos guayaquileños. Un  amigo de Eduardo, Fabricio Campoverde, se los hizo llegar con la idea de difundirlos. Cuando hicieron la primera ampliación de Diva Nicotina, se lanzaron a llevar esa música en vivo.

Los primeros conciertos fueron una prueba de resistencia. Las bandas que se presentaban con temas propios se quedaban con una mesa o diez personas en el público. El resto pagaba su cuenta y se iba. “Empezaron a pedir canciones de grupos conocidos y como el grupo siguió con su música, se fueron. Le pusimos fe porque para nosotros era más fácil cambiar el estilo e irnos por lo comercial. Esto a lo mejor no nos da mucha plata, pero nos da satisfacción”, dice ella.

Primero empezaron con rock alternativo y luego se vinculó al jazz, por casualidad. “Era Navidad y un grupo de jóvenes (Miguel Gallardo y su grupo) tocaba villancicos y entonaba tan bien el Burrito sabanero que me quedé perplejo escuchándolo”, recuerda Eduardo. “Tocas bien, ¿qué más tocan? “Jazz”, respondieron ellos. A los dos días fueron al bar para presentar un concierto. “Fue un éxito total”.

Ahora el jazz ocupa la agenda del bar los lunes y martes, con bandas  ecuatorianas. Y aun los viernes, antes de que el concierto inicie, es posible escuchar a Miles Davis en su mejor interpretación.
“Empecé a buscar exponentes de jazz a nivel local y no había nadie, a excepción de Francisco Echeverría y el maestro Lucho Silva”, recuer-da él.

Hoy la realidad es otra. Los jóvenes músicos han empezado su formación fuera del país o en la Escuela de Música Contemporánea de la Universidad San Francisco de Quito, que mantiene un convenio con el Berklee College of Music de Boston, y tienen su espacio para tocar su repertorio en Diva Nicotina.

El público, caracterizado por músicos, cineastas, periodistas y artistas,  copa el bar, espera por las presentaciones y se queda hasta el final a escucharlas. “La gente que viene acá es como nosotros, no quiere madurar, pero sabe que la vida sigue adelante”.

Eduardo y Liliana lo tienen claro y proyectan a  Diva Nicotina como la cuna de la vanguardia musical de Guayaquil.
“Quiero ver a Diva Nicotina en las revistas de todo el mundo anunciando los eventos que van a haber. Que quede en la mente como el sitio que les abrió las puertas a muchas personas. Y poder estar más holgados también para delegar funciones, porque si no me voy a volver loco”.
¡Es para volverse loco! A las 23:30 ya no hay asientos. En la barra principal, que es atendida por Liliana, la cola es por otra cerveza o una copa de vino. Quienes se alistan para escuchar el concierto se ubican de pie, cerca a la escalera que conecta con los balcones, o en medio de los espacios que hay entre las mesas. “Me gusta el auge que está teniendo, la gente ya está valorando la música. Y va a seguir siendo este  el estilo del bar: no covers, no música de otros, puro, inédito”, dice Liliana.
Los covers se han admitido solo cuando se han hecho tributos a algunos cantantes. En los cuatro años que lleva Diva Nicotina se han realizado seis tributos, entre esos a Alice in Chains, Radiohead, John Mayer y Janis Joplin. A esta  rockera estadounidense, Eduardo Jurado le hizo un tributo personal: le puso su nombre a su hija de 7 años.

El ambiente suele apagarse a las 04:00 los fines de semana. Cada día “nos queda un cansancio del carajo”, indica ella, pero la satisfacción de ver a la gente contenta por haber pagado y disfrutado de la música suele ser un buen reconstituyente.

A la medianoche el bar retumba con Los Pescados. La gente deja la tertulia. Vibra con la música. Canta. No falta quien suena sus dedos sobre la mesa como queriendo imitar la batería de Juan Fernando Andrade. Arriba, las luces se apagan. La gente anima a los músicos. Los aplaude y les abre el camino para la próxima canción. Eduardo sale de la barra y se acerca: “Si ves lo que decía, hay 200 personas que vienen por el concierto, a apoyar la música de acá, antes esto no se hubiera pensado”.

3 comentarios:

arquitectomirobenito dijo...

¡Hola amigo!.Si te gusta el jazz latino, imprescindible visitar este blog:

http://latinjazzoteca.blogspot.com/

Y de paso,les invito al mío,jejeje...recientemente reabierto:

http://www.entrenquecabencien.blogspot.com
¡Sean bienvenidos!

odris dijo...

ROBERT VENTURI: ¡QUEMALO!

esta buenisima esta recomendacion...
saludois

Unknown dijo...

¡Gracias por la invitación, José!

Con mucho gusto visitaré tu blog y el que me recomiendas.

¡Por acá amamos el rock, el jazz, el jazz latino y los habanos! Y eso sólo se encuentra mezclado en un sólo lugar: el "DIVA NOTINA". Te lo recomeindo, para cuando te animes a venir por estos lares.

Saludos.