miércoles, septiembre 14, 2005

EFERVECENCIA COMERCIAL


Una de las cosas que más me gusta de mi ciudad es esa efervecencia comercial que se vive en ella. La gente recurre a algo nuevo, antes de resignarse a morir o a penar en la mendicidad. Ejemplo de ello son los comerciantes ambulantes. En las calles del centro de "Guayami", se vende de todo: lotería, rodilleras, pasadores, violines, esculturas religiosas, muebles, ¡¡hasta ZAPATOS DE MUJER!! (ver la foto).
Ahora, entiendo muy bien las ganas municipales de imponer un orden a este tipo de actividades. Al igual que todos los "centrífugos" (dícese de los habitantes del centro, según el Ingeniero y Sociólo Benigno Sotomayor Villacreses), no deseo que las calles de mi ciudad se conviertan en un enorme bazaar otomano. Pero, así como el Municipio debe regular y controlar, también debería dar más facilidades para ese comercio conocido como "informal", pero que preferimos denominar como "emergente".
Y si las autoridades no dan facilidades que satisfagan esas necesidades de los comerciantes, entonces los informales encontrarán la forma de sobrevivir, sin atentar contra los reglamentos de la calle. Ejemplo de ello son las ventas de libros y demás artículos, no en la calle, sino en las escaleras de los accesos y de las vitrinas de los edificios, que son área desperdiciada por los edificios, pero no corresponden al área pública.
¡ Bien por la insurgencia! ¡Madre de la creatividad! Ojalá que las auotridades no entiendan aquello como un grito de rebeldía, sino como una alternativa desesperada de los emergentes.

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