jueves, enero 14, 2010

Reflexiones “After Party”.

calor calor

Las fiestas pasaron ya, y me es inevitable reflexionar sobre los contrastes existentes entre la sofocante aspereza de nuestro clima local y nuestra forma de celebrar la Navidad. Sin embargo, no deseo caer en el discurso cliché, que ataca acusa a la C.I.A. y al Lloyds Bank de inventar a Papá Noel. Simplemente, me limitaré a recurrir al más diáfano sentido de la lógica; dentro del estrecho campo de acción que la lógica pueda tener, cuando hacemos alusión a un viejo que viaja en un trineo volador y reparte regalos a todos los niños del mundo, EN UNA SOLA NOCHE.

Resulta que ahora, las Navidades en mi ciudad Guayaquil son secas; con un sol omnipresente y "morboso" que transforma al asfalto citadino en una gran sartén. Antes, hace pocos años atrás, la Navidad guayaquileña era mojada. Mojadísima! No había Navidad en la que no lloviera. El escenario climático de Guayaquil se encuentra en una etapa de transformación, tal como ocurre en el resto del mundo. Sin embargo, en ninguno de los escenarios anteriores me encaja un viejito barbón, que seguramente tiene ropa interior térmica hasta en las muelas. Nadie se ha propuesto la desafiante consigna de "diseñar" un Papá Noel tropicalizado?? Quizás eso nos ayudaría a celebrar la Navidad en una forma menos ridícula; porque -admitámoslo- tener como referente en el trópico a un anciano de triglicéridos altos está bien para quienes viven más allá de los trópicos de Cáncer y Capricornio. Disfrazar nuestras vitrinas con nieve artificial, renos y Papá Noel es como vestir un anorak esquimal en el Amazonas.

Este "Papá Noel Tropical" debería ser algo más que el viejito pascuero con guayabera y gorrita de Juan Pueblo. Debería ser un personaje totalmente distinto; nacido del trópico, por el trópico y para el trópico.

Y al navegar por estas terribles divagaciones me percato de lo escasos que son los personajes míticos de nuestra cultura regional. Aparte del "Tintín", y de "La Dama Tapada", no encuentro nada más con qué llenar mi libro de seres imaginarios guayaquileños (me resisto a contar a Juan Pueblo dentro de esta lista).

Quizás la mejor solución en este caso sea -como dicen los gringos- "to go back to basics". El "Niño Dios" de nuestros padres y abuelos es una alternativa rescatable y viable; aunque significaría la derrota de nuestra creatividad.

Otro emblema que me parece totalmente fuera de ambiente es el pino como árbol de Navidad. Al menos, podríamos considerar la opción que nuestros pinos navideños fuesen torcidos e irregulares, tal como crecen los pinos acá (quieren un ejemplo? vayan a ver los pinos del parque "Artigas", en la entrada de Urdesa).

Sin embargo, no puede caber la menor duda que la mejor opción que tenemos a la mano para jubilar a nuestros acalorados pinos es "su Majestad", la palmera. Veamos sus puntos a favor: es una planta que encaja dentro de nuestro entorno y nuestro clima; es visualmente vinculable con el lugar donde nació Jesús; tiene una forma que la diferencia de las demás, lo cual acentúa su valor icónico, y -finalmente- se lograría que aquella planta chupadora inmisericorde de agua y de sombra mezquina haga algo más que dar sus escasos cocos.

palmera de navidad

Debo confesar que mi odio por las palmeras me ha llevado en varias ocasiones a maquinar campañas en su contra. De aquellas ideas, la que más contaba con mi agrado era la de incentivar a los guayaquileños a arrancar todas las palmeras de la ciudad, llevarlas al Municipio, y dejarlas con una nota adjunta, que diga algo como "quiero un ceibo", "quiero una acacia roja" o "vale por un ficus". Pero, si las palmeras se convirtieran en el nuevo ícono de la Navidad guayaca, ya no habría necesidad de acción semejante. Seríamos una de las ciudades más navideñas del planeta!! Navidad para Guayaquil, de enero a diciembre!!! No sería eso una buena forma de sincronizar nuestra voluntad el entorno urbano? Opino que sí. Es más, me importa un pepino el que estemos a mediados de enero, ante una posible lluvia torrencial y a 39 grados centígrados!! Me han venido unas locas ganas de cantar villancicos!

Adiós!