Este ha sido mi quinto "Día del Arquitecto", como miembro del gremio profesional. ¿Reflexiones al respecto? ¡Muchas! Tanto personales como colectivas; es decir sobre el desarrollo de la arquitectura en la ciudad y en el país.
Noto una polaridad crítica en la forma de hacer arquitectura en nuestro país, y ambos polos falentes se expresan en lo que debería ser la mejor herramienta para el desarrollo de poryectos: el concurso de ideas. Mientras por un lado hay un grupo cerrado de arquitectos, que se alternan constantemente los premios, por el otro hay la idea que es mejor traer siempre a algún aquitecto extranjero para proyectar los nuevos espacios de nuestras ciudades. Lo curioso en este caso es que, en los pocos casos en que participan simultáneamente arquitectos nacionales y extranjeros, los que ganan por tener un perfil más humilde son los foráneos.
En general, y en palabras que robo de Diego Maldonado, pana entrañable y colega: "Lo que vivimos ahora es la desprofesionalización de la arquitectura"; y a ese criterio le sumo el actual afán por la "arquitectura del ícono", como alguna vez calificara Oriol Bohigas a la preocupación actual por lograr la forma "inolvidable" del edificio.
Sin embargo, siento que sí han habido avances, dignos de ser mencionados. En Guayaquil, ciudad que ha tenido por una constante preocupación por lo constructivo (quizás a poco amigable de su ubicación), emerge ahora una tendencia arquitectónica más relevante que la existente en las anteriores décadas. La arquitectura de la ciudad se "desingenieriza", sin que esto signifique que la calidad constructiva se disminuya.
La decepción la da sin embargo el mercado inmobiliario. Aún predominan los poroductos copiados, las casas de muñecas y las latas de sardinas en colorinches. Es cierto que ahora hay una mayor presencia de la arquitectura moderna, pero ésta aún es simple, y con pocas excepciones es desarrollada hasta alcanzar una buena calidad de diseño.
Sería interesante abrir más foros sobre los eventos que se desarrollan en la ciudad, pero que se enfoquen más en los criterios usados en el momento de poryectar. La cultura de la crítica debe arraigarse con el acto de proyectar arquitectura.
En cuanto a lo personal, ya habrán más artículos que exploren esa parte de formación constante e infinita que encuentro todos los días en esta profesión.
Será hasta entonces. ¡Feliz día, colegas!
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