El “Top 5” de edificios guayaquileños mejor logrados.
Perdidos en este océano de hormigón y fealdad que ha inundado nuestra ciudad desde el siglo pasado, podemos dar esporádicamente con obras arquitectónicas que nos refresquen levemente el alma. A continuación, comparto mi selección con ustedes.
5.- La Terminal Aeroportuaria “José Joaquín de Olmedo”.
Modernismo tropical simpático. Se gana su presencia en esta lista por su exterior, que conjuga dos elementos de forma refrescante. La vegetación y la piedra “Mármol Habano Guayaquil”.
Tiene algunas falencias en su distribución interior. Se siente muy “galpón” por dentro, y hay que recorrer grandes distancias para encontrar un baño o un bote de basura. Esta falencia lo convierte en un “bitchy building”; es decir, coqueto por fuera y vacío por dentro.
4.- El Edificio “El Universo”.
Quizás se trate del edificio con el que Guayaquil pretendió decirle “adiós” a los clasicismos. Sobrio, ordenado. Sigue los parámetros clásicos al pie de la letra. Debo confesar que me es difícil hablar sobre este edificio de manera objetiva, pues tengo un vínculo personal con él. Viví mis primeros años de infancia frente a él, en el edificio “Propiedades”; y no había nada que yo disfrutara más que asomarme al balcón y escudriñar visualmente sobre sus formas. Aparte de eso, en aquella época estaba repleto de nidos de golondrinas; y el verlas volar alrededor de los capiteles era un espectáculo.
Además de su sobriedad arquitectónica, considero que el edifico del diario “El Universo” es un vivo reflejo de las instituciones en la ciudad y su necesaria capacidad de adaptarse a los cambios y a las circunstancias. Construido originalmente como el Templo Masónico de la ciudad, fue entregado al banco acreedor de la hipoteca, e inmediatamente fue comprado por sus actuales propietarios. Hasta hace un par de décadas, en su interior se encontraban las oficinas del diario y las máquinas impresoras. Actualmente, abarca las oficinas de la fundación “El Universo”.
3.- El Palacio Municipal.
El edificio emblemático de la ciudad. Obra del italiano Francesco Maccaferri. Punto cumbre de la expresión neoclásica de la ciudad. En él se incorporan de manera conjunta los nuevos materiales de la época. El hormigón, el vidrio y el metal se conjugan con las formas y ordenes de la arquitectura republicana, para manifestar la transición de épocas en la que fue construido.
Pocas cosas quedan por decir sobre esta edificación, la cual puede tranquilamente ostentar títulos como el edificio más estudiado y más publicado de la ciudad.
2.- El Edificio del banco Central.
Joya arquitectónica del modernismo guayaquileño, proyectada por el arquitecto Guillermo Cubillo Renella. Moderno, poseedor de una geometría pura, estilizado en su forma y resalta por la elegancia de sus materiales. A diferencia de la gran mayoría de edificios del centro guayaquileño, Se retira de sus linderos, ofreciendo espacio más espacio público a la ciudad y alivianando la carga visual del paisaje. Su pórtico volado sin columnas le da una sensación de ligereza. Es como si el edificio flotara.
Además de todo esto, este edificio tiene un “look” impresionante de noche, con un juego de iluminación tan sencillo, pero al mismo tiempo, tan elegante.
Sin lugar a dudas, su presencia junto a la plaza San Francisco colaboran en la calidad del espacio público del lugar.
1.- El Centro de Convenciones del Parque Rodolfo Baquerizo.
El éxito de un edificio se puede medir en dos ámbitos. El primero –que casi siempre es el único que se toma en cuenta- es la eficiencia y el confort con el que permite que se desarrollen en su interior las actividades para la que fue construido. El otro ámbito es su relación con el entorno; es decir si el sitio se ha visto mejorado o empeorado con la presencia de aquella construcción.
Es por eso que le doy el primer lugar al Centro de Convenciones del parque Rodolfo Baquerizo. Antes de su construcción, aquel parque era un espacio poco transitado, esquivado por los transeúntes. Este edificio se acopla bien al sitio. Apenas se apoya sobre la plaza, dejando gran parte de su nivel inferior en en planta libre. Adicionalmente, es el único edificio que cumple con algo fundamental para Mejorar el espacio público en Guayaquil: GENERA SOMBRAS. Si este centro de convenciones no contara con su impresionante pórtico de quiebra-soles, la gente no se sentara en las bancas ubicadas a su alrededor. De igual manera, no se usaría el teatro al aire libre que tiene a un costado suyo. Para terminar los halagos, debo recalcar la forma efectiva en la que se integra con el Malecón del Salado; convirtiéndose así en el espacio pública que tanta falta le hacía a los estudiantes de la Universidad de Guayaquil.
Este edificio me hace reflexionar sobre las falencias del espacio público de Guayaquil. Falencias que el Municipio podría suplir fácilmente, mediante las reformas de ciertas normas. Se debería retomar la exigencia de los pórticos en las construcciones nuevas de la ciudad, no solamente en el centro. El beneficio de caminar amparados por la sombra de las casas es invalorable.
Y ya que tocamos el tema de las sombras, ya es hora que pongamos un alto a tanta palmera! Que vuelvan las acacias, los sauces, los cauchos, los ficus y los ceibos a brindar sombra a las calles de la ciudad. No puedo creer que hayan personas que se autoproclamen “técnicos”, y que cambien a aquellos arboles hermosos y centenarios, para reemplazarlos por palmeras; con la estúpida intensión de proteger el hormigón.