Mi primer encuentro con Buenos Aires fue espectacular. El Gran Buenos Aires se nos presentó de noche, a través de la ventana del avión, y luciendo todas sus luces. Se trataba de una ameba urbana enorme, compuesta por una población equivalente a totalidad de ecuatorianos existentes en el mundo, que rasgaba la oscuridad de la madrugada. El único impedimento que tenía este monstruo luminoso para comerse todos sus alrededores era el río de la Plata, ese mar de agua dulce, contiguo a la Gran ciudad.
Buenos Aires es una ciudad con sabor a grandeza, conjugada en pretérito. Se trata de una urbe que no requiere del glamour para impresionar. No te enamora por tratar de parecerse a París; quizás enamore a los viajeros, a pesar de ello. Se trata de una ciudad que no usa sus monumentos o edificios como carnada para turistas. Buenos Aires encanta como conjunto, como sumatoria de todos sus componentes. Ha de ser por eso que los viajeros se llevan a sus hogares recuerdos de calles y barrios, y no impresiones de edificios específicos, o monumentos aislados. Caminar por sus calles es como una película, con miles de historias. Para aquellos que sean fanáticos de recorrer ciudades nuevas con audífonos en los oídos, recomiendo "Kill my Mother", de Charly García. En mi opinión, esa es la mejor canción para recorrer el centro a pie.
En cuanto a letras, muchos podrán pensar que la letra por excelencia para describir a esta ciudad es "La Ciudad de la Furia" de Soda Stereo. Confieso que yo lo pensé también, pero luego de reflexionar al respecto, convertí esa canción en mi segunda opción. Para el primer lugar me quedo con "Yo vivo en esta Ciudad", que es parte del disco "Inconsciente Colectivo" de Fabiana Cantilo. Recomiendo la canción, y dejo la letra de la misma a continuación de este post, para que la disfruten. Los que han estado en Buenos Aires, me darán la razón.
Buenos Aires es como debe ser, como su gente. Por eso, no es una ciudad de máscaras y disfraces. Es honesta. No esconde sus miserias, ni a sus miserables. Las "villa miseria" están junto a los atractivos turísticos y nadie los tapiña. "Es parte de la vida en una gran ciudad", te dicen los guías. Tienen razón. La sinceridad urbana resalta las bondades de las buenas cosas, y es la mejor manera de no olvidar lo que debe ser solucionado. Caso contrario, cuando se es prisionero de la vergüenza, las áreas tugurizadas se esconden de los demás, y terminan escondidas hasta de uno mismo; y por ende, nunca son atendidas. Hay muchas cosas de actitud que debemos aprender de Buenos Aires.
Y como dijimos antes, junto a lo feo, lo bello. Junto a las arrugas, la sonrisa. La capital argentina es como una vieja coqueta. Se sabe guapa, a pesar del paso de los años, y se maquilla para enamorar. Puerto Madero es el resultado de ese maquillaje. El puerto, viejo y abandonado de la ciudad, se transformó en la cara radiante y nueva de la capital. Edificios, rascacielos y grandes hoteles y empresas en el área nueva. Al frente, las antiguas bodegas, que ya no contienen granos, sino restaurantes, cafeterías y bares. En madio de ambos sectores, el canal del dique, con sus viejos puentes giratorios. El Puente de la Mujer, proyectado por Santiago Calatrava, se lleva las miradas de los paseantes.
Se habla ya de la próxima joya urbana de Buenos Aires: "El Bicentenario", a ubicarse al norte del Puerto Madero. A breves rasgos, lo mismo, pero "¡a lo bestia!", con otro puente de Calatrava de por medio. Ojalá les pique el bicho de la novedad, y aprovechen la oportunidad que tienen para hacer algo nuevo.
Sin embargo, más allá de lo escrito hasta ahora, debo decir que esta ciudad le debe su aura especial y original a sus habitantes; cosa que no sé si puedan decirlo Nueva York o París. Los (y las) bonaerenses tienen un empuje digno de ser reconocido. No por nada, se han sobrepuesto a una era dictatorial salvaje, y a tres crisis económicas calamitosas. Su sed por la cultura y las artes es envidiable. La sección cultural del diario "El Clarín" es más grande que la sección inmobiliaria de los clasificados del diario "El Universo". Me quedé realmente sorprendido, cuando una noche, yendo a un espectáculo de teatro, el taxista nos corrigió a mi esposa y a mí, y nos dirigió al teatro donde se presentaba la función que queríamos ver, y no donde nosotros erróneamente le habíamos indicado.
Buenos Aires es mucho más que tangos. Hay cines que presentan funciones las 24 horas del día, continuamente. Las librerías son dignas de un saqueo. Paseando entre los estantes de la librería "El Ateneo" me sentí como un godo invasor por las calles de Roma. Lamentablemente para mí, a diferencia de loque cualquier godo hubiera hecho en Roma, yo sí tuve que pagar por todas las maravillas que me llevé a casa. Muchos me reprochan el no haber ido a la feria del libro, en la plaza Italia, pero ya para ese entonces, yo tenía mi propia "feria del libro" en la maleta.
La calle Florida es otro fenómeno curioso, y no me refiero a las tiendas de artículos de cuero para los turistas. Cada 5 metros hay un tomacorriente en el piso, y cualquiera que quiera cantar, tocar un instrumento o hacer teatro en esa calle, puede hacerlo, sin pedirle permiso a nadie. Me encantaría hacer eso -por ejemplo- en la calle P. Icaza.
En definitiva, Buenos Aires no es París, no es Nueva York, y no tiene necesidad de serlo. Buenos Aires es mucho más que un tango o que un asado (aunque los "vacíos" que preparan en "del Bajo Grill", en la estación de trenes de San Isidro no le piden favores a NADIE!). Es un espacio y una gente que se dejan disfrutar sin complicación alguna. Durante mis años universitarios, alguien (creo que fue el "Hermano Lobo") me comentó que el verbo "yirar", usado por Fito Páez en su "Mariposa Tecnicolor", significaba "vagar por las calles de Buenos Aires, sin rumbo fijo". Los años me han enseñado a creerle más a los diccionarios que a mis amigos, y lamentablemente, "yirar" es una acción que puede llevarse a cabo en cualquier parte del mundo. Eso sí que es una pena, pues la capital de los porteños se merece un verbo exclusivo para describir los paseos que se hacen a diario sobre su asfalto.
¡Salud!
YO VIVO EN ESTA CIUDAD
por: Miguel Cantilo.
Intérpretes: Pedro y Pablo.
Cover de: Fabiana Cantilo.
Yo vivo en una ciudad
donde la gente aun usa gomina
donde la gente se va a la oficina
sin un minuto de mas
Yo vivo en una ciudad
donde la prisa del diario trajín
parece un film de Carlitos Chaplin
aunque sin comicidad
Yo vivo en una ciudad
que tiene un puerto en la puerta
y una expresión boquiabierta
para lo que es novedad
y sin embargo yo quiero a ese pueblo
tan distanciado entre si, tan solo
porque no soy mas que alguno de ellos
sin la gomina, sin la oficina
con ganas de renovar
Yo adoro a mi ciudad
aunque su gente
no me corresponda
cuando condena mi aspecto
y mis hondas
con un insulto al pasar
Yo adoro a mi ciudad
cuando las chicas con sus minifaldas
parecen darle la mágica espalda
a la inhibición popular
Yo adoro a mi ciudad
aunque me acuse de loco y de mersa
aunque guada~e mi pelo a la fuerza
en un coiffeur seccional
y sin embargo yo quiero a ese pueblo
porque mi incita le rebelión
y porque me da infinito deseos
de contestarles y de cantarles
mi novedad,
mi novedad