Con "Hermano Lobo" conversábamos sobre una frase de Oscar Wilde, según la cual la irreverencia y la rebeldía a lo establecido está detrás de todo progreso en la Humanidad. En el mundo del arte, esa idea se maneja a modo de premisa mayor. Rimbaud y Baudelere abrieron el camino de la provocación, para que los artistas del mundo lo recorran separando la estética de la belleza. Lo desagradable también puede alterar el "yo metafísico" del observador del arte; a veces, a hasta con mayor intensidad. El objeto artístico no debe ser del agrado del observador para ser arte en sí. Ejemplo de ello es esta reproducción fotográfica de la obra hecha por Damien Hirst. La reacción de mis alumnos ante ella fue la reacción de la mayoría. Se les preguntó si tal imagen les parecía arte. La gran mayoría respondió que no, seguido de un silencio breve que antecedió a un "aunque no sé por qué no puedo dejar de verla".
EL arte verdadero provoca y atrapa. Irónicamente, el arte verdadero no tiene tales acciones entre sus objetivos.
Para provocar, el artista debe haber sido tentado y provocado por el arte. De lo contrario, habrá un proyecto de artista más, flotando a la deriva en los mares de la freutración.
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