una buena metáfora para la variedad cultural
que tenemos los ecuatorianos.
Lo que hoy somos es una consecuencia de lo que fuimos ayer. Lo que querramos ser depende mucho de lo que hagamos hoy por nosotros mismos. Por ello, he decidido hacer un breve recuento de nuestra historia, sin vergüenzas ni tapujos.
Ecuador surge como estado con raíces frágiles. Antes de 1830, nuestra existencia se fundamentaba en una Real Audiencia colonial y un departamento colombiano (de la llamada "Gran Colombia" por los románticos de la historia). Curioso es el cambio de perspectiva que se da cuando pasamos de departamento a país, pues de ser el "departamento del Sur" pasamos a convertirnos a "Ecuador"; es decir, nuestra identidad dejó de depender de nuestra ubicación al sur de Bogotá, para pasar a usar la Mitad del Mundo como referencia. El origen de lo que conocemos como Ecuador está más ligado a las circunstancias geográficas que a las culturales. Dicho de otra forma, ¿cuál fue la razón de origen -de manera retrospectiva- del departamento colombiano y de la real audiencia que sirven como antecedente histórico? En mi opinión, el simple hecho de estar muy lejos de Bogotá y de Lima. Hoy somos un país, porque antes de ayer eramos un espacio fuera del alcance de los círculos de poder de ese entonces. Surgimos entonces del vacío, de la ausencia de una estructura establecida; de la necesidad de estructurarnos.
Nuestras ciudades y agrupaciones exitentes en este sector ausente de estructura empezaron a interactuar entre sí y a congrgarse, como los parias alrededor del fuego compartido, en la mitad de la noche. Cada una de estos grupos con una caracteristica cultural diferente. Por eso, la heterogeneidad existente entre nosotros. Por eso también el alto nivel de densidad por kilómetro cuadrado (somos el país de mayor densidad en Sudamérica). El "Hermano Lobo" me contó que una parte de nuestra identidad como ecuatorianos está en la conciencia que tenemos de nuestras diferencias; y son estas diferencias las que nos empujan mucho a lo dual. A diferencia de otros países sudamericanos, que suelen ser más homogeneos puertas adentro, nosotros siempre tenemos una disociación que no nos permite ser 100% algo. Los peruanos se dicen 100% incas (aunque Lima sea la excepción a la regla) ; los mexicanos, se saben bien fusionados; los argentinos se entienden a sí mismos como "el país más europeo de Sudamérica". Nosotros no somos ni enteramente andinos, ni enteramente costeños. Racial y culturalmente somos una serie de facciones vecinas. En ello radica nuestra riqueza y variedad. No existe una sola facción prevalente y dominante; ni se ha dado aún e nosotros esa fusión casi total, como la ocurrida en el Caribe, Brasil o México. Somos, por así decirlo, el sueño de "Benetton".
En otras palabras, estamos divididos entre dualidades. Costeños y serranos; mestizos y indígenas; norte y sur (a causa de la raya imaginaria que nos divide... imaginaria como todas), lo urbano y lo rural (tan cercanos en nuestro caso, respecto a distancias; pero tan contrastantes). La evidencia gráfica de esta dualidad ya la ha estudiado Pablo Iturralde, en su libro "Duales y Recíprocos", y soy de la opinión de que hay que estudiarla en otros aspectos, para poder conocernos mejor y descubrir de lo que podemos ser capaces.
De esa original fragilidad, sale la fuerza de este paisito: la variedad y la riqueza. He planteado estos orígenes nacionales no tan gloriosos por varias razones: siento que no se debe sentir vergüenza por la verdad. Maldigo al padre Juan de Velasco, y a todos aquellos que plasmaron su pequeñez en esos cuentos con deliririos de grandeza ausente; aquellos cuentos que nos vendieron como "historia nacional". No creo que un origen humilde nos condene a vivir bajo la sombra de otros. Asi como muchas personas exitosas empezaron en condiciones adversas, así pueden también las naciones. Si no me creen, pregúntenle a la Europa de la Post-guerra, Japón, Corea del Sur, etc.
La segunda razón es simple: para que dejemos de buscar en nuestra identidad en la cara de otros; para que no seamos como aquel que olvida su naturaleza, y pretende definirla poniéndose encima una máscara.
Podemos ser así de variados y ser un sólo país. Así lo creo. Eso sí, a medida que pasa el tiempo, me convenzo más del caracter pluricultural del Ecuador. El nuestro es un país que debería seguir quizás el ejemplo de lo ocurrido en la misma España, seis siglos atrás. Canadá lo hace así, y no le va tan mal. Sólo es cuestión de tolerancia y armonía; sin desdenes ni perezas.
1 comentario:
Buena analogia, esa diversidad la tenemos tambien todos los hermanos latinoamericanos...encuentro muy divertido tu blog, saludos!
Arq. Maritza Alvarado
Lima Peru
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